El rock latino de Maná inaugura el Auditorio Pabellón M

Monterrey.- Quizá fue casualidad, quizá no. El Auditorio Pabellón M fue inaugurado por una agrupación que deja marcada la consonante con orgullo a donde quiera que va: Maná. La noche del martes la esfera del imponente edificio cobró vida para presentar su primer concierto con un sold out evidente. La agrupación originaria de Guadalajara cimbró ... Leer más

Monterrey.- Quizá fue casualidad, quizá no. El Auditorio Pabellón M fue inaugurado por una agrupación que deja marcada la consonante con orgullo a donde quiera que va: Maná.

La noche del martes la esfera del imponente edificio cobró vida para presentar su primer concierto con un sold out evidente. La agrupación originaria de Guadalajara cimbró su poder latino con una velada de casi dos horas en donde recorrió su repertorio (desde lo añejo hasta lo más fresco), vibró con un espléndido juego de luces y un potente sonido, predominó el contoneo de caderas por parte de Fher, e incluyó un emotivo homenaje al recién fallecido Juan Gabriel.

Recién dieron las 21:00 horas, comenzaron las llamadas de atención. Llegó la primera y quienes se encontraban en el pasillo de la comida apresuraron el paso un tanto sorprendidos por la voz del micrófono.

Ya adentro, pese a la euforia que transmite Maná, su público se encontraba calmo, parecía paciente ante la espera de la banda mientras admiraba cada espacio del recién estrenado auditorio. La curiosidad sobre cómo sería el escenario (cubierto por una manta blanca), y sobre la potencia de la acústica brotaban entre las miradas.

Música sonaba de fondo ambientando el lugar tras la ausencia de alguna banda abridora. Pasaban exactamente 30 minutos después de las 21:00 horas cuando todo sonido dentro del auditorio calló. Sobre la manta cuatro círculos de luz roja se encendieron. Al centro de ellos cuatro siluetas de hombres que, ante su peculiar estilo, eran más que reconocidos frente a la mirada de sus fieles. Fher, Juan, Sergio y Alejandro estaban listos; así, de un solo golpe, comenzó a capella «Manda una señal», poniendo los vellos de punta en cada brazo, en cada rostro.

Ya dado el banderazo, el show continuó con “La prisión”, y el saludo a los regios llegó.
“Muy buenas noches, Monterrey. Nos la queremos pasar de poquísima. Desde que vinimos con Sombrero Verde los regios siempre no han recibido muy bien […] ¡La vamos a pasar de poca madre!”, gritó Fher para darle pie a «Corazón espinado», tema adornado con una especie de vitral que se proyectaba al fondo del escenario.

El ritmo de los tapatíos invadió el lugar y las caderas de Fher por fin sintieron compañía; el público se levantó de sus butacas y dejó el baile los invadiera mientras todos, a una sola voz, gritaban: ¡Oye mi amor!”.

Con una guitarra electroacústica en mano, al líder de la banda interpretó uno de los temas más esperados, “Labios compartidos”; luego, acompañados de una Shakira virtual que lucía su voz desde la enorme pantalla, Maná entonó “Mi verdad”.

Tras un breve solo de Vallín, y un dominante bajeo de Calleros, la banda festejó con los regios la inauguración del recinto, agradeciendo el haberlos elegido para ‘cortar el listón’.
“Quiero felicitarlos por este lugar tan fascinante. Estamos emocionados de estrenar este lugar de primer mundo”, expresó Fher.

Acto seguido, el músico sacó un envase con tequila, brindó antes sus fans, y ante el insistente “¡Fondo, fondo!” que gritaban, tomó de golpe toda la botella.

«Mariposa traicionera” llegó después del brindis colocándose como una de las más coreadas de la noche, y posteriormente comenzó la rebeldía con “Me vale”. El fin de la canción también marcó una pausa al repertorio para mostrar un espléndido solo de batería por parte de ‘El Animal’.

La posiciones no cesaban; las baquetas iban de arriba abajo, de un lado y hacia el otro, siempre sin perder el ritmo. Los malabares aumentaban mientras, a su vez, la tarima donde se encontraba postrada la batería comenzó a ascender, destacando a Alex por todo lo alto. Cuando las percusiones llegaron a su fin, el par de baquetas salieron volando provocando el todo el mundo ahí presente se pusiera de pie y ovacionara al músico, quien celebró con una cerveza a salud de los regios.

La nostalgia se apoderó del auditorio cuando el set acústico se armó sobre la tarima. Primero, la banda recetó algunos fragmentos de éxitos a petición de su público que les traían a la mente un cúmulo de anécdotas y gratos momentos de su trayectoria.

Luego, el momento más emotivo de la noche se presentó. Las pantallas se tiñeron de negro y plasmaron una frase cursiva con 5 palabras que, seguramente, movieron lo sentimientos de la banda la primera vez que lo escucharon; una frase que hoy quieren presumir al mundo para hacer tributo a quien les obsequió una pisca de su talento.
“Gracias por cantar mis canciones. Juan Gabriel”, dictaban los dos renglones del escrito.

“Él hace poquito se fue a las estrellas […] Eres grande Juanga”, gritó Fher para después interpretar el tema “Se me olvidó otra vez” como todo un homenaje al que se le unieron los cientos de presentes.

El momento acústico continuó con “No ha parado de llover” y la icónica “Rayando el sol”, donde se vieron acompañados de una fanática a la que decidieron subir al escenario. La noche parecía haber terminado; Maná bajó del escenario sin decir un adiós, por lo que nadie movió ni un dedo de sus butacas y esperó con ansias el regreso de los tapatíos. Así fue.
Maná arribó de nuevo; atravesó el “Muelle de San Blas” solo para llegar y, ‘clavados en un bar’ decir adiós al público de esa noche.

Así, con nostalgia, gritos y mucho deleite, Maná culminó con la primera de dos fechas en Monterrey con la que se llevan el título de padrinos del auditorio.

El lugar: Íntimo, perfecto para veladas donde la interacción reina. Adecuado para aquellos artistas que no encontraban lugar ad hoc a su público en Monterrey. Lujoso, vistoso y suficiente.

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Auditorio Pabellón M, Mana, Monterrey

Monterrey.- Quizá fue casualidad, quizá no. El Auditorio Pabellón M fue inaugurado por una agrupación que deja marcada la consonante con orgullo a donde quiera que va: Maná.

La noche del martes la esfera del imponente edificio cobró vida para presentar su primer concierto con un sold out evidente. La agrupación originaria de Guadalajara cimbró su poder latino con una velada de casi dos horas en donde recorrió su repertorio (desde lo añejo hasta lo más fresco), vibró con un espléndido juego de luces y un potente sonido, predominó el contoneo de caderas por parte de Fher, e incluyó un emotivo homenaje al recién fallecido Juan Gabriel.

Recién dieron las 21:00 horas, comenzaron las llamadas de atención. Llegó la primera y quienes se encontraban en el pasillo de la comida apresuraron el paso un tanto sorprendidos por la voz del micrófono.

Ya adentro, pese a la euforia que transmite Maná, su público se encontraba calmo, parecía paciente ante la espera de la banda mientras admiraba cada espacio del recién estrenado auditorio. La curiosidad sobre cómo sería el escenario (cubierto por una manta blanca), y sobre la potencia de la acústica brotaban entre las miradas.

Música sonaba de fondo ambientando el lugar tras la ausencia de alguna banda abridora. Pasaban exactamente 30 minutos después de las 21:00 horas cuando todo sonido dentro del auditorio calló. Sobre la manta cuatro círculos de luz roja se encendieron. Al centro de ellos cuatro siluetas de hombres que, ante su peculiar estilo, eran más que reconocidos frente a la mirada de sus fieles. Fher, Juan, Sergio y Alejandro estaban listos; así, de un solo golpe, comenzó a capella «Manda una señal», poniendo los vellos de punta en cada brazo, en cada rostro.

Ya dado el banderazo, el show continuó con “La prisión”, y el saludo a los regios llegó.
“Muy buenas noches, Monterrey. Nos la queremos pasar de poquísima. Desde que vinimos con Sombrero Verde los regios siempre no han recibido muy bien […] ¡La vamos a pasar de poca madre!”, gritó Fher para darle pie a «Corazón espinado», tema adornado con una especie de vitral que se proyectaba al fondo del escenario.

El ritmo de los tapatíos invadió el lugar y las caderas de Fher por fin sintieron compañía; el público se levantó de sus butacas y dejó el baile los invadiera mientras todos, a una sola voz, gritaban: ¡Oye mi amor!”.

Con una guitarra electroacústica en mano, al líder de la banda interpretó uno de los temas más esperados, “Labios compartidos”; luego, acompañados de una Shakira virtual que lucía su voz desde la enorme pantalla, Maná entonó “Mi verdad”.

Tras un breve solo de Vallín, y un dominante bajeo de Calleros, la banda festejó con los regios la inauguración del recinto, agradeciendo el haberlos elegido para ‘cortar el listón’.
“Quiero felicitarlos por este lugar tan fascinante. Estamos emocionados de estrenar este lugar de primer mundo”, expresó Fher.

Acto seguido, el músico sacó un envase con tequila, brindó antes sus fans, y ante el insistente “¡Fondo, fondo!” que gritaban, tomó de golpe toda la botella.

«Mariposa traicionera” llegó después del brindis colocándose como una de las más coreadas de la noche, y posteriormente comenzó la rebeldía con “Me vale”. El fin de la canción también marcó una pausa al repertorio para mostrar un espléndido solo de batería por parte de ‘El Animal’.

La posiciones no cesaban; las baquetas iban de arriba abajo, de un lado y hacia el otro, siempre sin perder el ritmo. Los malabares aumentaban mientras, a su vez, la tarima donde se encontraba postrada la batería comenzó a ascender, destacando a Alex por todo lo alto. Cuando las percusiones llegaron a su fin, el par de baquetas salieron volando provocando el todo el mundo ahí presente se pusiera de pie y ovacionara al músico, quien celebró con una cerveza a salud de los regios.

La nostalgia se apoderó del auditorio cuando el set acústico se armó sobre la tarima. Primero, la banda recetó algunos fragmentos de éxitos a petición de su público que les traían a la mente un cúmulo de anécdotas y gratos momentos de su trayectoria.

Luego, el momento más emotivo de la noche se presentó. Las pantallas se tiñeron de negro y plasmaron una frase cursiva con 5 palabras que, seguramente, movieron lo sentimientos de la banda la primera vez que lo escucharon; una frase que hoy quieren presumir al mundo para hacer tributo a quien les obsequió una pisca de su talento.
“Gracias por cantar mis canciones. Juan Gabriel”, dictaban los dos renglones del escrito.

“Él hace poquito se fue a las estrellas […] Eres grande Juanga”, gritó Fher para después interpretar el tema “Se me olvidó otra vez” como todo un homenaje al que se le unieron los cientos de presentes.

El momento acústico continuó con “No ha parado de llover” y la icónica “Rayando el sol”, donde se vieron acompañados de una fanática a la que decidieron subir al escenario. La noche parecía haber terminado; Maná bajó del escenario sin decir un adiós, por lo que nadie movió ni un dedo de sus butacas y esperó con ansias el regreso de los tapatíos. Así fue.
Maná arribó de nuevo; atravesó el “Muelle de San Blas” solo para llegar y, ‘clavados en un bar’ decir adiós al público de esa noche.

Así, con nostalgia, gritos y mucho deleite, Maná culminó con la primera de dos fechas en Monterrey con la que se llevan el título de padrinos del auditorio.

El lugar: Íntimo, perfecto para veladas donde la interacción reina. Adecuado para aquellos artistas que no encontraban lugar ad hoc a su público en Monterrey. Lujoso, vistoso y suficiente.

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