El virtuoso Carlos Santana brindó un espectacular concierto en la Arena Monterrey, ante más de 8000 personas.
Una leyenda viviente del rock brilló en Monterrey durante la noche del pasado sábado 21 de marzo, me refiero ni más ni menos que al virtuoso guitarrista Carlos Santana, quien hizo vibrar a más de 8000 personas en la Arena Monterrey.
Poco después de las 9 de la noche se acabó con la ansiedad de los fieles fanáticos reunidos en la Arena Monterrey, con la salida al escenario del guitarrista originario de Autlán, Jalisco. “Toussaint L’ Ouverture” marcó el inició del show de Santana, contagiando de inmediato al público con el ritmo de esta canción.
La gran sorpresa de la noche se daría de a temprana hora: el virtuoso tecladista y cantante Gregg Rolie, quien fue cofundador de la banda de Santana y de Journey, acompañó a la banda cantando varios clásicos, entre ellos la portentosa canción «Black Magic Woman» y la jubilosa «Oye como va», canciones en las que el público enloqueció y se entregó por completo a Santana y su banda.
A pesar de que Santana saltó a la fama a finales de la década de los 60’s, posee un público bastante diverso en cuanto a la edad, pudiéndose apreciar en la Arena Monterrey a gente de todas las edades disfrutando de la clásica fusión de rock y ritmos afrolatinos de Santana.
A pesar de que Santana es un músico caracterizado por su seriedad, en esta ocasión se mostró sumamente contento y cálido con la respuesta del público; sonarían más clásicos rockeros como «Corazón espinado», «Samba pa’ ti», «No One to Depend On» y «Hope You’re Feeling Better».
La parte final del concierto se acercaba y con ello el ambiente seguía creciendo en intensidad, esto con canciones como «A Place with No Name», «Evil Ways» y «Smooth», con las que Santana se despediría del escenario por primera vez, pero ante la insistencia del público Santana regresaría para incendiar aun más el ambiente con su exquisita guitarra, interpretando «Soul Sacrifice», «Saideira» y «Let There be Peace on Earth», poniendo de esta manera punto final a una intensa noche de rock.
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