La pantalla grande recibe este 2025 un drama psicológico que promete sumergir al espectador en las complejas dinámicas de una relación materno-filial: «Hot Milk». Dirigida y escrita por Rebecca Lenkiewicz, en su debut como realizadora de largometrajes, esta adaptación de la novela homónima de Deborah Levy nos traslada a la costa española de Almería, donde el calor no solo es climático, sino también emocional.
La película, que ha sido proyectada en el Festival de Cine de Berlín, busca ofrecer un retrato matizado de mujeres complejas, aunque su recepción crítica ha sido variada.
La trama de «Hot Milk» sigue a Sofía (Emma Mackey), una joven que se ve obligada a pausar sus estudios para cuidar de su madre, Rose (Fiona Shaw), quien padece una misteriosa y posiblemente psicosomática enfermedad que la mantiene en silla de ruedas. La relación entre ambas es el eje central del filme: un vínculo de codependencia asfixiante donde Sofía se siente abrumada por los sacrificios que hace, mientras Rose se muestra manipuladora y, a menudo, muy negativa. La llegada a una clínica local en busca de una cura para la enigmática dolencia de Rose desata una serie de revelaciones y confrontaciones, pues el médico se dedica a buscar alguna posible causa psicosomática lo que hace que llegue una lluvia de preguntas que hacen descubrir más sobre la vida de ambas.
Rebecca Lenkiewicz imprime en «Hot Milk» una estética visual cuidada y una atmósfera de mucha tensión. La película se deleita en la ambientación de la costa española, utilizando el paisaje no solo como telón de fondo, sino como un reflejo del estado emocional de los personajes. A pesar de ser su ópera prima, la dirección de Lenkiewicz ha sido elogiada por su enfoque discreto y su habilidad para dejar que las actuaciones y la atmósfera hablen por sí mismas.
Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de «Hot Milk». Emma Mackey (conocida por «Sex Education») logra transmitir la frustración y la melancolía de Sofía con gran sutileza, a pesar de tener un diálogo limitado. Su interpretación ha sido descrita como magnética, capturando la esencia de una joven al borde del colapso. Sin embargo, es Fiona Shaw quien a menudo se lleva los mayores elogios por su convincente encarnación de Rose, una madre compleja que oscila entre la vulnerabilidad y la tiranía, con toques de humor negro que aligeran la oscuridad del relato. La química entre ambas actrices es el motor principal que impulsa la narrativa.
No obstante, «Hot Milk» no ha estado exenta de críticas. Algunos críticos han señalado que la adaptación no logra traducir completamente la riqueza de la narrativa interna de la novela de Deborah Levy a la pantalla, dejando a la protagonista Sofía con un desarrollo que a veces se siente incompleto. Otros han mencionado un ritmo que puede resultar lento y un final que, aunque impactante, podría dejar más preguntas que respuestas, o incluso ser percibido como ambiguo. Pero de eso no te contaremos porque no queremos spoilearte.
A pesar de estas observaciones, la película es reconocida por su belleza cinematográfica y las poderosas actuaciones que anclan este introspectivo drama sobre la familia, la identidad y la búsqueda de liberación. «Hot Milk» es, en definitiva, una propuesta que invita a la reflexión y al análisis de las complejidades de las relaciones humanas.
Ya está en cines.
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